· Contar historias es una de las formas de comunicación más antiguas de la humanidad. En los niños aparece antes el interés por la escucha que por la lectura, y su capacidad de comprensión del lenguaje hablado es superior a sus habilidades lectoras. Escuchar audiocuentos hace que los niños tengan acceso a un léxico más rico mucho antes.
· Los audiocuentos estimulan el interés por la lectura, y son perfectamente compatibles con el resto de formatos, como los libros tradicionales o álbumes ilustrados. Seguir la lectura mientras se escucha un audiocuento es una muy buena manera de mejorar las capacidades lectoras. Además, escuchar una narración interpretada por actores profesionales enriquecerá su expresión oral.
· Los audiocuentos potencian la focalización en la escucha y la concentración. La capacidad de aprendizaje de los niños aumenta cuando realizan actividades que les resultan divertidas o amenas, como los juegos o escuchar una lectura dramatizada.
· La música, la narración interpretada y la ambientación sonora que acompañan la historia aportan mucha información adicional, y favorecen la imaginación, tanto o más que la lectura tradicional. A través de los audiocuentos anticipamos el hábito de la cognición interpretativa.
· También resultan muy útiles para niños con deficiencias visuales y para practicar idiomas. Los matices de la interpretación nos ayudan a interpolar el lenguaje y seguir el hilo de la historia.